Cuando del Penal solo se recobraba la libertad saliendo en un ataúd

Lunes, 4 Septiembre, 2017 - 13:16

Han pasado más de 70 años, pero sus palabras aún atenazan el corazón. Su testimonio describe como pocos las penalidades sufridas por los cerca de 5.500 presos que llegó a albergar el penal de El Puerto a principios de la década de los años 40 del siglo pasado. El hambre atroz se conjuró con el hacinamiento y sus devastadores efectos colaterales, el contagio de enfermedades, para mermar la abultada población reclusa republicana. Los muertos se contabilizaban a diario a pares.

“Raro era el día que no formábamos, tristes y silenciosos, en el patio grande, para presenciar cómo se llevaban, en toscas cajas de madera, los cadáveres de dos, tres o cuatro de aquellos infelices que tenían un modo tan doloroso de recobrar la libertad. En el mes de marzo murieron de hambre 78 reclusos. Y a todos nos espantaba la proporción aterradora de la cifra. Era tal el ansia de comer de algunos presos, que se hizo preciso nombrar en cada patio un recluso que hiciera guardia permanente al lado de los cajones de la basura, para evitar que unos cuantos desgraciados se intoxicaran recogiendo las inmundicias y desperdicios que otros arrojaban. Las cáscaras de naranjas, muchas veces pisoteadas y sucias, las devoraban los hambrientos con verdadera fruición”.

El autor de estas dramáticas palabras que nos retrotraen a la peor leyenda negra del antiguo penal portuense es Rafael Sánchez-Guerra, político, periodista y presidente del Real Madrid de 1935 a 1936. Llegó a la prisión de la ciudad en diciembre de 1940. Su testimonio quedaría plasmado en su obra “Mis prisiones”, tal como recoge el museólogo Manuel Martínez Cordero, en el libro "El Penal de El Puerto de Santa María 1886-1981", el primer trabajo de investigación editado sobre este aterrador capítulo de la historia de la ciudad.

Amor en medio del horror

El libro, con gran número de ilustraciones y con informes de Amnistía Internacional y de la Organización de Naciones Unidas, recorre en orden cronológico la historia de la que fue Prisión Central y en la que estuvieron recluidos personajes como Ramón Rubial, presidente del Partido Socialista, Lluís Companys, ex presidente de la Generalidad de Cataluña o Pablo Rada, mecánico del Plus Ultra.

Entre medias del horror, la obra de Martínez Cordero también recoge la singular historia de amor de Sor Eufrasina, una de las monjas al cargo de la enfermería, la cocina y el economato del penal que tenían su vivienda en un pabellón contiguo a la casa del director. Con tan solo 19 años, terminó colgando los hábitos al enamorarse de un joven, José Marazuela, quien llegó al Penal portuense tras cumplir parte de su pena en Canarias. Ella abandonó el presidio y se fue a su Málaga natal, donde aguardó hasta que en 1943 el joven fue puesto en libertad tras lo que pudieron casarse.

La de Manuel Martínez es una de las obras que los integrantes del Foro por la Memoria han utilizado para documentarse para la realización del documental sobre los presos republicanos que han rodado en la ciudad; un trabajo que pretenden que se exhiba en el Teatro Municipal Pedro Muñoz Seca este próximo mes de septiembre.

Pero ha habido más fuentes, más testimonios a los que el Foro ha recurrido para intentar reconstruir la radiografía más fiel de la primera cárcel con la que contó El Puerto, habilitada en un bello edificio construido en el siglo XV por los duques de Medinaceli, el Monasterio de la Victoria. Una radiografía que se revela espeluznante.

Represión brutal

Cono el del catedrático de Historia Contemporánea de la UCA, Diego Caro Cancela, quien, según ha desvelado a Radio Puerto, ha asesorado al Foro en cuestiones relativas al marco general de la represión que sufrieron los presos republicanos en las cárceles franquistas. Caro Cancela ha puesto el acento en el hecho que más le llamó a él poderosamente la atención, cuando, tutorizando al investigador Daniel Gatica, pudo tener acceso a documentación que revelaba que, en esos primeros años tras el fin de la fratricida guerra civil, la población reclusa del Penal figuraba inscrita en el padrón municipal de El Puerto.

Caro Cancela ha podido ver de primera mano los casi 300 expedientes de presos de la época que se trasladaron desde el antiguo Penal a la nueva cárcel de El Puerto, en concreto, a una de las garitas de vigilancia de Puerto 2, a finales de los años 80, así como consultar documentación guardada en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz y en la Fundación Sabino Arana, en el País Vasco. No en vano llegaron a contabilizarse hasta 2.000 presos vascos en el presidio portuense.

 Todos estos documentos permiten hacerse una idea bastante fiel y aproximada de la “represión tan brutal” que padecieron los republicanos en las cárceles franquistas, y en especial, en el Penal de El Puerto, que llegó a convertirse en uno de los centros más siniestros y duros de la dictadura, explica el catedrático de la UCA.

Presos que morían por hambre o por hacinamiento extremo, por el contagio de enfermedades, ponen el dedo en la llaga de las condiciones tan infrahumanas que llegaron a padecer los miles de detenidos por los golpistas en un presidio con capacidad para 400 personas, y que llegó a albergar, entre los años 36 y 62, 10.000 personas. Se estima que perdieron la vida entre sus barrotes 600 republicanos.

Muchos de estos detalles figuran en un capítulo dedicado al Penal durante la posguerra que Daniel Gatica escribió para un libro colectivo dirigido por, entre otras personas, Carme Molinero. Como el de que fue precisamente en 1940 cuando la Prisión Central de El Puerto de Santa María alcanzó sus niveles de poblamiento más elevados en su historia: 5.479 reclusos, cinco veces más que antes de la Guerra Civil.

Tan abultada cifra implicaba que, de la población que en aquellas fechas estaba censada en El Puerto, 22.264 habitantes, cerca del 20% se encontraban cumpliendo condena. Si tenemos en cuenta que no había mujeres en el Penal, el porcentaje se dispara al restringir la comparación a la población masculina hasta superar el 32%. Por lo que, en ese primer año de la década de los 40 en El Puerto, tres de cada diez hombres que habitaban en El Puerto eran reclusos.

Gatica también pudo constatar gracias a su investigación que la Prisión Central de El Puerto se convirtió en la posguerra en uno de los centros penitenciarios cuantitativamente más importantes de todo el territorio nacional. Salvo casos excepcionales como los de Madrid y Valencia, últimos bastiones de la República en ser tomados por los sublevados, las cifras de represaliados políticos en la penitenciaría portuense fueron superiores a la mayoría de establecimientos repartidos por el país.

Varón, casado, 36 años, que sabe leer y escribir

Respecto al origen geográfico de los reclusos, el investigador comprobó que los andaluces no llegaban a la mitad (43´17%), siendo mayoritaria la presencia de ciudadanos del resto de España (55´92%). Como hecho curioso, señala que cumplían condena 50 ciudadanos extranjeros tras los muros del viejo monasterio.

Dentro de la colonia andaluza, Gatica, en su artículo, destaca el reducido grupo de prisioneros gaditanos, poco más de doscientos, frente a los más de dos millares de andaluces de otras provincias. Incluso se atreve a aportar el perfil medio del preso típico gaditano en 1940: varón, de 36 a 37 años de edad, casado, que sabe leer y escribir, cuya actividad económica la desarrolla en el sector primario como campesino o jornalero.

La población reclusa gaditana de ese año fue juzgada y condenada en un 97´56% por delitos políticos, contando únicamente con cinco casos de delitos comunes (dos asesinatos y tres hurtos). El delito mayoritario era el de adhesión a la rebelión, mientras que por rebelión y rebelión militar fueron condenados la mitad de los presos gaditanos.

Ni odio ni rencor, solo justicia

Para la elaboración del documental, el Foro por la Memoria, además de consultar todas estas fuentes históricas, ha recopilado los testimonios de numerosos familiares y allegados de las víctimas de la represión franquista que pasaron años en el que llegó a ser el centro más oscuro y siniestro de la dictadura.

De manera oficial, el Foro por la Memoria ha logrado tener documentados los datos de 600 personas que sufrieron la privación de libertad en el Monasterio de la Victoria, según explicó a Radio Puerto el presidente del colectivo, el exalcalde de El Puerto Rafael Gómez Ojeda. El propio Gómez Ojeda es, a su pesar, protagonista en este vasto trabajo de recuperación de la memoria histórica, ya que su padre murió entre los barrotes del antiguo Penal.

No obstante, el exalcalde, en declaraciones a Radio Puerto, ya dejó claro que no se persigue reabrir heridas. Tampoco avivar el odio o la venganza. Simplemente, se reclama justicia. Una justicia que se está retrasando en demasía y que solo pretende cerrar las heridas para restaurar la memoria de los represaliados en un monumento, paradójicamente, con nombre de Victoria.

Gómez Ojeda explica que “teniendo en cuenta que este lugar fue declarado Lugar de Memoria Histórica por la Junta de Andalucía, se pensó en hacer este documental para que tuviese una permanencia en la mente de las nuevas generaciones, que sepan que aquello fue un centro muy oscuro y sangriento”.

El documental se proyectará el 6 de octubre en el Teatro Municipal. Al acto serán invitados familiares de estos represaliados, procedentes del País Vasco, Badajoz, Valencia o Sevilla, entre otras numerosas zonas.

La duración es de una hora y cuarenta minutos. La Junta de Andalucía pretende que este importante documento gráfico sea después exhibido en diferentes puntos de España, con el fin de que el horror vivido en el antiguo Penal no se olvide jamás. Fue declarado Lugar de Memoria Democrática por la Junta de Andalucía el 27 de diciembre de 2013.

Desde el Ayuntamiento, la teniente de alcalde delegada de Memoria Histórica, Matilde Roselló, ha explicado a Radio Puerto los pormenores de un trabajo en el que el Ayuntamiento ha colaborado de forma activa y recalca que “no queremos que se pierda esa memoria histórica de esas personas que fueron asesinadas”.

En último término, la teniente de alcalde delegada de Cultura y Patrimonio Histórico, María Eugenia Lara, ha querido también felicitar al Foro por la Memoria por el gran trabajo que están llevando a cabo, para el que han contado, según asegura, con “la total colaboración del Ayuntamiento”.

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