El reloj que conoció la represión y la esperanza

Martes, 10 Octubre, 2017 - 11:32

Sus manecillas siguen moviéndose con precisión casi ocho décadas después. Y lo hacen en el bolsillo de una de las personas que pueden ejemplificar como pocas el triunfo de la convivencia y el perdón sobre la intolerancia y la represión. Hablamos de Rafael Gómez Ojeda, ex alcalde de El Puerto, hijo de uno de los presos republicanos asesinados en el Penal de El Puerto en los convulsos tiempos de la guerra civil, presidente del Foro por la Memoria de El Puerto y uno de los protagonistas del impresionante documental que recorre la historia de la tristemente famosa prisión de la ciudad desde la Segunda República hasta la Transición.

Un ensordecedor aplauso al término de la proyección, el pasado viernes por la noche, resume el sentir general ante un maravilloso ejercicio de memoria que concluye, como no podía ser de otra manera, con un alentador mensaje de esperanza.

Esperanza en que es posible restañar heridas sin rencor pero tampoco sin olvidar la verdadera historia de muerte, torturas y represión que caracterizó a este país durante la dictadura de Franco.

Sin duda, el reloj de bolsillo que porta en el documental Gómez Ojeda, que perteneciera a su padre, y que él llevara al Ayuntamiento, ya en sus tiempos de alcalde, se convierte en el mejor ejemplo, el mejor símbolo de la reparación necesaria para seguir escribiendo nuestra historia. El presidente del Foro por la Memoria, en el documental, lo deposita con mimo sobre la mesa del salón de plenos. Y ahí queda, triunfante, como testigo mudo de un relato realizado con sensibilidad exquisita, sin adornos innecesarios pero también sin rehuir los episodios y los testimonios más dolorosos.

Sus artífices, los integrantes de Relatoras Producciones, bajo la dirección de Sara Gallardo y con guion de Vanesa Perondi, y con el ingente y arduo trabajo de los miembros del Foro por la Memoria de El Puerto, no pudieron ocultar la emoción, instantes antes, al presentar el documental que se proyectaría en el Teatro Municipal Pedro Muñoz Seca.

Tanto Pilar Peruyera como Raquel Bolarín, del Foro, no quisieron olvidarse de otros miembros que han hecho posible rendir tributo a la memoria de todos los represaliados en el Penal por luchar por las libertades de todos, los hoy ya fallecidos Carmelo Ciria, “que se sacó un Foro de la nada”, Paco Artola y Pepe Valiente. La mejor manera de reparar su memoria, diría Pilar Peruyera, era ver el documental con los mismos ojos con los que ellos miraron ese interminable listado de víctimas por fin reconstruido tras un largo camino de documentación e investigación. El mismo listado que cierra el capítulo de créditos de la proyección, y que impresiona por su extensión.

Y a partir de entonces, la caja de las emociones se abrió para dar paso a un emotivo relato que arranca con un sonido inconfundible, el del pesado cerrojo que sellaba las puertas del Penal. Muchos son los que desfilan en una proyección estructurada de manera cronológica, en tres etapas que condensan más de 80 años de represión. La primera, que abarca desde la Segunda República hasta los años 50; la segunda, los no menos duros años de la posguerra, y la tercera y última, la etapa hasta la Transición con los últimos reconocidos presos políticos españoles y el cierre definitivo del Penal que se convirtiera en prisión central del régimen dictatorial franquista.

Artistas que ponen su arte y emoción, como Selu de El Puerto o Pedro de los Majaras, se van intercalando con las explicaciones de expertos historiadores como el catedrático de la UCA Diego Caro Cancela y Domingo Teijeiro, el antropólogo Juan Manuel Guijo, la abogada de la querella argentina Ana Messuti, y el director general de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía, Francisco Javier Giráldez, entre otros. Y por encima de todos ellos, sobresale el relato de las víctimas, ofrecido en su mayor parte por Rafael, Paco, Francisco, Luis, Pilar, …. Familiares, hijos, nietos y hasta biznietos de todos aquellos que sufrieron privación de libertad y conculcación de derechos fundamentales en ínfimas condiciones de salubridad.

Todos ellos protagonizan un ejercicio extraordinario de restauración que tiene impresionantes aldabonazos al corazón, momentos impactantes que ponen los sentimientos a flor de piel como el reloj de Gómez Ojeda, el puño en alto del fallecido Carmelo Ciria, y el conmovedor testimonio del hoy anciano, entonces niño, cuyo padre murió fusilado, como tantos, en las tapias del cementerio, tras ser condenado a muerte, y su madre fue encarcelada por intentar llevar algo de pan a las bocas de sus cinco hijos tras ser sorprendida en pleno estraperlo de tabaco.

Sin duda, un documental imprescindible para saber de dónde venimos y dónde podemos volver a llegar, si la intolerancia vuelve a imperar, y cuyo logro más destacable está en la total ausencia de rencor o ánimo de venganza.

Porque hay mucho dolor y sufrimiento, pero, por increíble que parezca, nadie habla de revancha. Pero no nos confundamos, sí de reparación y justicia. Que no es lo mismo, aunque algunos lo crean. No, no es lo mismo, sino todo lo contrario. Verdad, justicia y reparación. Y memoria, mucha memoria para no volver a repetir esa historia, no volver a caer en ese terrible error.

Reportaje escrito por Rosa Romero.